Aunque soy de las que tienen sus reservas a la hora de unir cocina y salón (manías personales con el tema de los olores), es cierto que es un gesto a menudo necesario para maximizar los metros con los que contamos. Hoy os traigo un ejemplo que me ha encantado y que deja clara la necesidad de que estética y funcionalidad vayan de la mano. Adiós al alicatado (subiendo la encimera a todo el frente) y ni rastro de muebles altos, de los que han prescindido creando unas columnas de almacenaje (bastante camufladas en la pared), donde se puede guardar de todo. Si, además, se elije bien la encimera (me chifla la idea del mármol blanco) y se ponen unos cuantos toques atípicos (como la madera, o las lámparas doradas) el resultado es redondo. via
Comentarios
Bonita cocina! A mí me gusta que sean abiertas, es muy cómodo sobretodo cuando tienes invitados y para que al que le toca cocinar no se sienta apartado del resto. Saludos!
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A mí también me encanta que sean abiertas, renunciaría a parte del salón por una grande! 😉